En julio ya repliqué una noticia que salió publicada
sobre Pepper,
el robot con emociones, bien pués algo debe haber pasado o algún peligro
han que ver los fabricantes del robot humanoide Pepper, creado por la firma
francesa Aldebaran en colaboración con los japoneses de SoftBank, cuando entre las indicaciones
que incluye el robot está explícita la prohibición de “practicar cualquier acto
sexual y otro comportamiento indecente” con la máquina. Aunque en este caso tal
vez no sea porque preocupen las relaciones interpersonales, lo que preocupa más
bien es la integridad
mecánica del robot.
Como si se tratase de una especulación de la ciencia
ficción, el británico Ian Pearson, que se llama a sí mismo futurólogo y
acostumbra a aconsejar a empresas sobre la adaptación a los avances
tecnológicos, ha publicado un informe acerca de cómo serán las tendencias
sexuales en el futuro (tecnología mediante).
Las conclusiones de Pearson –hay que decir que el
informe está elaborado con la colaboración de Bondara, una de las tiendas de
juguetes sexuales más conocidas de Reino Unido– son principalmente dos: el porno con
realidad virtual se convertirá en una práctica común y florecerá
el sexo con robots. Así de ancho se ha quedado Pearson, tras hacer este vaticinio.
El británico recuerda que los vibradores llevan tiempo
usándose, alrededor de un siglo, así que toca renovar inventario de juguetería
sexual. Algunas de las predicciones que ha hecho el futurólogo son que en 2030
la mayoría de la gente tendrá alguna forma de sexo virtual de igual manera que
hoy busca porno en internet. Antes, en 2025 ya veremos algunas formas de sexo
con robots aparecer en los hogares de gente adinerada (al principio estos
esclavos sexuales cibernéticos se venderán a precio de oro).
Aunque la más extraordinaria de las previsiones es que
en 2050 el sexo con robots sobrepasará al sexo entre humanos. Pearson admite que
mucha gente siente reparos hacia una posible de estas interacciones sexuales,
pero cree que poco a poco irán perdiendo este miedo a medida que se vayan
acostumbrando a las máquinas. A medida que la inteligencia artificial y el
comportamiento de los humanoides mejoren estos se convertirán en amigos con
lazos emocionales sólidos, mientras que la inquietud desaparecerá.
No es el único que piensa que el sexo con robots se
convertirá en una tendencia en las próximas décadas. Entre los diseñadores de
juguetes sexuales los hay que ven en estas máquinas una forma de dar un nuevo
impulso a su negocio. Al principio estos nuevos juguetes serán caros -podrían
costar en torno a los 54.000 euros- aunque en el futuro se espera que el precio
se reduzca para que las novedades sexuales se puedan vender en masa.
Hay quien está en contra de esto. La investigadora
Kathleen Richardson, especializada en ética de la robótica, defiende que los
robots son un producto de la consciencia y la creatividad humanas. Están
pensados para contribuir a la mejora de las relaciones humanas, pero ciertos
usos podrían perjudicar estas relaciones entre humanos. Richardson opina sin
contemplaciones que la creación de robots sexuales iría en detrimento de las
relaciones entre las personas, así en general.
No hay comentarios:
Publicar un comentario