Nuestros
ojos se basan en tres colores: rojo, azul y verde. En función del nivel de
estimulación de cada uno de ellos, vemos un color u otro. Si se estimulan más
los rojos que los verdes, por ejemplo, aparece
el naranja en nuestro cerebro. Pero en el futuro próximo tal
vez podamos registrar más colores que ahora, colores que permanecen invisibles
para la especie humana.
Tras
una única inyección de un tercer pigmento, los
ratones ya disponen de visión tricromática. Esta técnica quizá cure del daltonismo a
las personas que lo sufren en muy poco tiempo.
Sin
embargo, lo más interesante es especular con la idea de que incrementaremos
nuestra propia visión al introducir un receptor ultravioleta como el de las
abejas. O poseeremos visión
decacromática (diez receptores diferentes), como el que tiene la langosta mantis.
La
mantis marina utiliza 12 fotorreceptores para ver el color y los cuatro
restantes para detectar la luz ultra violeta y polarizada. Por otra parte, su
visión trinocular les
proporciona una capacidad de ver en profundidad mucho mejor que la nuestra.
Estos
cambios podrían ser antinaturales, pero no por ello son necesariamente malos.
Mejorar nuestros sentidos nos convertirá en una especie mejor de lo que dispuso
la naturaleza por el mero azar. Tal y como abunda en ello Juan Scaliter en su
libro Exploradores del
futuro:
"Homo
evolutio es un homínido que directa y deliberadamente controla su evolución y
la de otras especies. Esta nueva especie somos nosotros."
Llegar
a esta supervisión quizá sea difícil, e implique el uso de ojos biónicos.
Nuestro poder de resolución es en individuos sanos de 1,75mm a 6 metros, y
mejorar esa resolución se enfrenta a limitaciones biológicas que están
asociadas a la forma de nuestros ojos y cómo están conectados a nuestro
cerebro. La única opción posible, en este caso, es ampliar una imagen artificialmente.
El
Argus II
fue uno de los primeros ojos biónicos en recibir la
aprobación de Europa y la FDA americana para ser probado en humanos. Algunos de
los ojos artificiales más prometedores son el Argus Retinal Prosthesis, el MVIP o el ASR.
Como el Argus, el MVIP conecta el nervio óptico, a través de la retina, con una
cámara externa que transmite la señal. El ASR, por su parte, es un ingenioso
implante que sustituye la retina dañada.
Veremos
(más que nunca) cómo evoluciona todo ello, y los primeros en verse favorecidos
por esta tecnología serán los invidentes.
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