¿Cuántas veces te regañaron de pequeño por arrastrarte por el suelo, llenarte las manos de tierra en el parque o chuparte los dedos? Se equivocaban: aquellas travesuras supuestamente "antihigiénicas" fueron un acicate para tu salud y fortalecieron tu sistema inmune.
Algunas
de las 'cochinadas' que hacías de pequeño ayudaron a tu sistema inmunológico y
quizá, quién sabe, evitaron que ahora mismo tengas alergias.
Chuparte los dedos y morderte las uñas
Los
"malos hábitos" de morderse las uñas y llevarse las manos a la boca
reducen las alergias a los perros, el polvo, la hierba, los gatos, los perros,
los caballos y los hongos del aire acondicionado. Es lo que se desprende de un
trabajo científico neozelandés publicado en la revista 'Pediatric'.
"Nuestros hallazgos apoyan la hipótesis de la higiene de que la exposición
temprana a la suciedad y los gérmenes reduce el riesgo de alergias",
defendían los autores del estudio.
Ensuciarte las manos
Que los
bebés de las urbes se ensucien antes de cumplir un año es bueno para su salud.
Un estudio de la Escuela estadounidense de Medicina Johns Hopkins demostró que
estar en contacto con alérgenos
de cucarachas y ratones y con las bacterias que hay en una casa reduce las
alergias y los problemas de asma al crecer. El efecto, ojo, no es el mismo si
los pequeños se exponen "suciedad" a partir de su primer cumpleaños.
Jugar con perros y gatos
Los
críos que crecen en casas donde viven dos o más perros o gatos desarrollan
menos alergias que los que no conviven a diario con animales domésticos, según varios estudios realizados en la
última década. A esta ventaja de los animales de compañía se le suma que una investigación finlandesa
ha demostrado que los niños con perros en casa se resfrían menos, son un 44%
menos propensos a desarrollar infección de oído y necesitan tratarse menos
veces con antibióticos.
Gatear en el parque y en la granja
El
biólogo Thom McDade, de la Universidad Northwestern, también en EEUU, defiende
que el sistema inmune infantil se fortalece cuando se expone a diario a
gérmenes que le obligan a aprender, adaptarse y autorregularse.
Sus
últimas indagaciones al respecto muestran que
los niños en contacto con heces animales durante los dos primeros años -en
granjas, parques y demás- sufren menos problemas de alergias,
inflamación y enfermedades autoinmunes cuando son adultos que los que crecen en
entornos excesivamente pulcros.
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