Con los coches autónomos
circulando por las calles de algunas ciudades, hay quien ya plantea tomar
medidas para acabar con los accidentes de tráfico. La primera de ellas,
prohibir a los humanos que se pongan al volante.
No hace tanto que tachábamos de chiflado a quien se
atrevía a vaticinar que, más pronto que tarde, podríamos desplazarnos en coche
de un lugar a otro sin pisar el acelerador, el freno, guiar la dirección del
vehículo con el volante o cambiar de marchas. A día de hoy, esta tecnología es
ya una realidad y los coches autónomos cada vez cobran mayor protagonismo.
Los vehículos sin piloto de Google han completado ya
cuarenta vueltas al mundo, recorriendo más dos millones de kilómetros por
carreteras por las que transitan todo tipo de automóviles, y funcionan.
¿Han sufrido algún percance? Sí, por
supuesto, pero ninguno ha sido culpa suya. En todos los
accidentes en los que se han visto implicados estos coches el responsable ha
sido otro vehículo pilotado por algún humano. Solo en el más reciente ha habido
algunos heridos. De hecho, según las
estadísticas, el descuido de los pilotos es el responsable del
94% de los accidentes que tienen lugar a lo largo y ancho del planeta.
Durante el pasado año, más de 275.000 personas
perdieron la vida en las carreteras de China, 238.000 en la India y 33.000 en
los accidentes de tráfico que tuvieron lugar en Estados Unidos. En España,
aunque las cifras son alentadoras respecto a lo ocurrido en 2014, han fallecido
727 personas entre enero y septiembre de este 2015. Todas ellas
víctimas de siniestros que, de una u otra forma, se podrían haber evitado.
Con todos estos datos sobre la mesa, hay ya quien
aboga por prohibir a los humanos que se pongan al volante, planteando dejar en
manos de la tecnología nuestros desplazamientos cotidianos. Es el caso de Elon
Musk, CEO de la firma Tesla, que ya lo afirma sin tapujos: “En el futuro
imagino que las personas tendrán prohibido conducir, porque es demasiado
peligroso”.
Pese a que, con el paso de los años, los fabricantes
han aumentado notablemente la seguridad de sus coches, todavía no han
descubierto cómo reducir al máximo el margen de error humano para minimizar el
número de accidentes de tráfico. Han mejorado la fiabilidad de los cinturones,
han incluido más airbags para proteger a todos los pasajeros del vehículo, han
incorporado sistemas de control de la estabilidad, pero ninguna de estas
medidas ha servido para concienciar a los pilotos de la necesidad de prestar
más atención mientras conducen.
En tanto que un robot jamás cometería un error en algo
tan básico como conducir algo adormilado, el 64% de los
conductores en Estados Unidos reconocen que al menos una vez al
mes se ponen al volante en lugar de dar una cabezada que necesitan. Así, se
reduce su capacidad de reacción ante una circunstancia inesperada y las
posibilidades de accidente aumentan.
Pero, ¿no será una decisión un tanto precipitada
prohibir a los humanos conducir y dejar los transportes en coche en manos de la
tecnología? Más allá de la probada eficacia en la conducción de los coches
autónomos, que además mejoran día a día su capacidad alimentándose de las
experiencias de todos sus compañeros ya que todos están conectados, son muchas
las dudas que surgen a la hora de desechar por completo los coches manuales.
Por un lado, pese al riesgo que existe, son muchos los
que disfrutan al volante y que no estarían dispuestos a dejar que un robot les
privase de la experiencia de conducir. Además, aún quedan muchos aspectos que
limar. Por ejemplo, en caso de que el coche autónomo cometa una infracción,
¿sería el propietario del mismo el que debería responder? ¿Por qué, si la culpa
ha sido del robot? En este sentido, algunas aseguradoras ya se han puesto manos
a la obra para tratar de resolver cuestiones de este tipo y ofrecer seguros
acordes al nuevo escenario que se avecina.
Algunos afirman que en 2050 los coches
autonómos se habrán convertido en los dueños del asfalto de las
grandes ciudades del mundo. ¿Estaremos preparados para esta revolución?
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