El otoño es la época del regreso a la rutina, a las clases si
todavía somos estudiantes, a leer ya no tanto por placer, sino por obligación.
Y ahí, a veces nos gustaría ser como el robot de 'Cortocircuito' y leernos tres libros en
cinco minutos, pero nuestro cerebro no funciona así. Aunque sí se le puede
adiestrar para que lea
más rápido y para que entienda lo que lee, que es el gran quid de la cuestión.
Porque leer muy rápido y no enterarse de nada, al final, es como si no
supiéramos leer.
Se considera que la velocidad de lectura media está entre unas 200 y 300 palabras por
minuto, pero para cada persona puede ser diferente. No sólo
dependerá de lo acostumbrados que estemos a leer, de si lo hacemos en nuestra
lengua materna o en otra, de si el vocabulario utilizado nos es familiar o
desconocido, de si a nuestro alrededor hay factores externos que nos
distraigan... También dependerá de lo entrenados que estén nuestros ojos a
leer.
El ojo es más lento que el cerebro
"Lo ideal sería poder leer tan deprisa como surge el
pensamiento. Este es siempre mucho más veloz que el proceso de la percepción
visual". Así lo apunta Juan Guerrero, responsable en España de Progrentis, un método para
mejorar la comprensión lectura que incluye técnicas para que los estudiantes,
sobre todo, aprendan a leer más rápido. Los
ojos son mucho más lentos leyendo de lo que lo es el cerebro
procesando esa información, por lo que acaba "distrayéndose".
Cuando leemos, nuestros ojos no
siguen el texto de una manera continuada, sino que lo hacen a saltos
(denominados "saltos de ojo") y haciendo pausas (llamadas "descansos
de ojo"). También se detienen en puntos de fijación en los que leen
bloques de significado, que pueden ser una palabra, un grupo de palabras o una
frase entera. Cuantos
más puntos de fijación se hagan, más lenta será la lectura, más
interrupciones habrá en el flujo de información hacia el cerebro y la
comprensión del texto será peor.
El "truco", por tanto, es entrenar a los ojos para que
realicen movimientos más fluidos al leer, para que no se detengan tanto en los
puntos de fijación. Guerrero explica sobre esa velocidad lenta de lectura que:
"Normalmente el lector lento, el
que lee a razón de 150 a 200 palabras por minuto, aproximadamente, o bien lee
de viva voz los vocablos, o bien lo va haciendo mentalmente durante el curso de
su lectura, tiene un mal hábito de lectura que dificulta en extremo las cosas:
por una parte, disminuye la velocidad lectora, con la consecuente pérdida de
tiempo, y por otra, asegura una mala comprensión del pensamiento que se expresa
en el texto, ya que la lectura lenta, "palabra por palabra", rompe el
pensamiento en pequeños trozos, lo cual hace imposible, o en extremo difícil,
captarlo globalmente en su fluido devenir".
Una mayor velocidad de lectura se asocia a una mejor comprensión
lectora, y en la búsqueda de esa mayor rapidez leyendo, el objetivo es
entender frases enteras, no quedarse atascado en palabras sueltas. Pero antes
de ponernos a dar consejos sobre cómo podemos leer con más celeridad, tendremos
que averiguar si somos lectores lentos o rápidos.
¿Qué tipo de lector eres?
¿Eres un ratón de biblioteca como Rory Gilmore y te llevas dos
libros diferentes para leer en el metro? Para saber si puedes ser el Usain Bolt
de los lectores hay trucos
que pueden orientarte sobre tu velocidad de lectura. Lo que se
suele hacer es tomar un texto de referencia, por ejemplo, del eclipse
de superluna de hace unas semanas:
Un eclipse total de superluna se compone
de dos fenómenos. Por un lado, que haya luna llena en el perigeo, es decir, el
punto más cercano del satélite natural a la Tierra. La órbita de la Luna no es
redonda del todo y cuando llega a esa posición cercana, se ve un 14% más grande
de lo normal. Esto es lo que se conoce como superluna.
Por otro lado, tenemos un eclipse
lunar o lo que es lo mismo: cuando la Tierra se sitúa entre medias de el Sol y
la Luna de modo que nuestro planeta bloquea la luz que llega al satélite. En
los eclipses solares ocurre al revés: es la Luna quien se pone entre medias y
nos crea esas bonitas imágenes donde vemos cómo se interpone por unos momentos
delante del astro rey.
Durante un eclipse lunar el satélite
atraviesa la sombra de la Tierra. Ésta se compone de dos zonas: la umbra y la
penumbra. En la penumbra se podrá apreciar como la Luna entra y sale de la
oscuridad absoluta que es la umbra ya que en esta última la luz no llega. Por
eso, cuando el satélite se empiece a esconder en el eclipse lunar dará la
sensación de que se difumina y poco a poco irá desapareciendo.
Según vaya aproximándose la Luna a la
umbra, desde la Tierra veremos que cuando vuelva a aparecer lo hará con un tono
ocre y rojo muy intenso. Esto se conoce como luna de sangre, un fenómeno poco
común que en su día estaba relacionado con supersticiones y leyendas en todo el
mundo. A día de hoy la ciencia ya ha explicado con precisión porqué ocurre.
Contamos las palabras de ese texto, que en este caso son 280, y
cronometramos lo que tardamos en leerlas. Luego dividimos el número de palabras
por los segundos que nos ha llevado leerlas, y multiplicamos el resultado por
60. Así obtendremos el
número de palabras por minuto que leemos, que si están entre
100 y 200, son una velocidad lenta, entre 200 y 300, la media, y por encima de
400, una velocidad rápida.
Cómo leer más
rápido
Ya sabemos si somos el Correcaminos leyendo, o si queremos
mejorar nuestra velocidad de lectura, así que, ahora, sí podemos buscar
técnicas o consejos que nos ayuden a conseguirlo. Juan Guerrero apunta que
"el buen lector, que no vocaliza y es capaz de captar tres o más palabras
con un sólo golpe de vista, podrá
captar el significado de las palabras apoyándose en el contexto;
así, el lector rápido podrá leer con gran rapidez sin que peligre la perfecta
interpretación de las palabras y la comprensión del texto", y es una
capacidad que se puede aprender y entrenar.
Lo primero que se suele hacer es intentar eliminar los "vicios" o
malos hábitos que podemos haber desarrollado al leer, y que nos
ralentizan. Debemos descubrir qué cosas nos impiden una lectura rápida y
eficiente. "Nuestros malos hábitos de lectura (vocalización,
subvocalización, fijaciones excesivas, retrocesos, etc.) deben ser descubiertos
y erradicados", señala Guerrero, que explica después que el método visual
de Progrentis "es un programa especializado de entrenamiento ocular y
cerebral que puede quintuplicar la velocidad y comprensión lectora", y que
consta de tres niveles: Mentor 1, que mejora la decodificación del texto
trabajando las fijaciones oculares; Mentor 2, que mejora la comprensión lectora
a través de operaciones lectoras, y Mentor 3, que mejora la retención a través
de mnemotecnias.
Por supuesto, también hay apps
y herramientas que ayudan a aumentar nuestra velocidad de lectura, como Spritz,
y que probamos
en Xataka hace algunos meses, pero vamos a quedarnos con esas técnicas
"analógicas", como si dijéramos, que podemos poner en práctica todos
los días. Por ejemplo, se
recomienda no pronunciar las palabras en voz baja mientras las
leemos y evitar la re-lectura de pasajes que acabemos de leer. También hay que
intentar desarrollar un espectro de amplio visión en la lectura, es decir, leer
varias palabras agrupadas, y hasta utilizar una guía para obligar a nuestros
ojos a seguirla, e impedir que salten hacia atrás y vayan haciendo pausas.
Felipe Bernal, creador del método '21 errores de lectura que
nunca debes cometer para leer rápido con buena comprensión y cómo
solucionarlos', apunta una técnica para leer más rápido basada en un
menor número de fijaciones: "lo conveniente es tratar de disminuir el
numero de fijaciones con las cuales leemos. Un lector normal realiza tantas
fijaciones como espacios en blanco hay entre las palabras (...). Un lector
rápido divide mentalmente cada línea en las fijaciones que le resulte
cómodo".
"Leer palabras es una práctica
inútil y un serio estorbo para la verdadera lectura. No hay que leer jamás
palabras, y mucho menos ir avanzando en nuestra lectura palabra por palabra,
morosamente. En realidad nuestra visión está capacitada para captar conjuntos
de palabras, dos, tres y hasta más con un adecuado entrenamiento y de éstas,
únicamente su imagen, de forma global".
Algunos
trucos para la lectura rápida
Es habitual que encontremos ejercicios y trucos de diferente
tipo para que vayamos
poniendo en práctica una mayor velocidad de lectura, que luego
son acompañados por algunas preguntas sobre el texto que hemos leído para
determinar si lo hemos comprendido, o si simplemente hemos visto palabras, sin
entender su significado. Podemos, por ejemplo, incluir palabras incompletas en
una frase, para obligarnos a fijarnos en un grupo de ellas para poder
entenderla:
Du an e un ecl pse l n r el sat l te atraviesa la s mbra de la T
er a
Otra opción es cubrir con una hoja las palabras, dejando sólo visible la parte superior.
Permite que realicemos lo que se denomina "lectura
espacial", pues nuestro cerebro es capaz de "rellenar" la
información que falta e identificar esas palabras, y los conceptos, viendo sólo
la mitad superior.
Lo que se busca es que
captemos las ideas del texto, más que las palabras. Podemos
obligarnos a leer más rápido, aunque al principio no entendamos por completo el
texto, utilizando una tarjeta con un hueco en el centro, que sólo nos deje ver
una línea de dicho texto. La vamos bajando con un ritmo determinado, y un poco
más alto de nuestra velocidad de lectura habitual, para ir obligándonos a
reducir las fijaciones, a obtener una imagen global de la frase en lugar de
centrarnos en las palabras individuales.
La lectura
rápida y el mundo moderno
Es posible que nos preguntemos para qué es necesario que aprendamos a leer más rápido,
sin perder la capacidad de comprensión del texto. El propio Juan Guerrero
explica que:
"Vivimos en la Era de la
Sociedad del Conocimiento, una sociedad inmersa en tecnología y contenido
digital, donde el acceso al conocimiento es universal y la comunicación escrita
digital es inmediata y sin fronteras. Todo esto está abriendo una brecha en el
aprendizaje, la velocidad a la que debo aprender se está separando
exponencialmente de la velocidad a la que puedo aprender".
Internet ha ampliado esa brecha cada vez más, y si un
profesional quiere seguir formándose y manteniéndose al día con las novedades
de su trabajo, no le queda más remedio que buscar y leer mucha información.
Guerrero señala que "la habilidad de la lectura se desarrolla a lo largo
de la educación primaria, alcanzado su madurez en esta etapa (10-11 años
aproximadamente) ya que, usualmente, la técnica de lectura no se perfecciona
más. El adulto aumenta
su vocabulario y la comprensión de temas más complejos, pero no así la cantidad
de información que puede leer. Ahora bien, la cantidad de
información que una persona debe leer, para su desarrollo profesional y
personal, sí aumenta a lo largo de toda la vida. Esta brecha entre lo que puedo
y debo leer motiva déficit de aprendizaje".
El informe PISA, que evalúa la competencia de los estudiantes en
diversos ámbitos a nivel internacional, incluyó
por primera vez en 2009 la lectura digital, o lo que es lo
mismo, la lectura en internet (que incluye la navegación por sus páginas y el
manejo de hipervínculos) y de textos electrónicos. En 2012, el
informe determinó que, en general, "el rendimiento de los alumnos en
lectura digital está estrechamente relacionado con el rendimiento en lectura
impresa", y concluyó que "podría aprovecharse el interés y las
habilidades de los alumnos en lectura digital para iniciar un 'círculo
virtuoso' a través del cual una lectura más frecuente de textos digitales se
tradujera en mejores resultados en lectura, lo que a su vez daría lugar a un
mayor disfrute de la lectura y también a mejores resultados en lectura
impresa".