El estudio arroja que las mujeres que habitualmente calzan tacones sufren problemas porque su peso corporal es transferido íntegramente a la almohadilla del pie, ejerciendo excesiva presión a los sesamoideos, dos pequeños huesos situados bajo la articulación del dedo gordo. Y no importa si el tacón es de punta fina o es grueso, según añadió una investigación de la Facultad de Medicina de Harvard, Bostón, a la que se refiere la revista The Lancet.
Los tacones altos modifican los puntos de apoyo naturales del cuerpo, pues provocan que el peso corporal se desplace hacia delante. Corregir la postura para compensar este desequilibrio implica alteraciones en todas las articulaciones y, en consecuencia, molestias y dolores en los pies, las rodillas y la espalda.
Los tacones también aumentan el riesgo de hiperlordosis lumbar, una anormal curvatura de la espina dorsal.
Se produce también hallux valgus (dedos de martillo): debido al traslado de la fuerza hacia delante, el primer dedo puede desviarse hacia adentro, y el resto de los dedos, encorvarse.
En cuanto a las chanclas, un estudio de la National Foot Health Assessment de Estados Unidos sugiere que el 78 % de los adultos con más de 21 años ha sufrido problemas en los pies, y que en gran medida se debe al uso de las chanclas veraniegas. Este tipo de calzado, al contar solo con una fina goma como soporte estructura, no absorbe adecuadamente el impacto contra superficies duras.
Tampoco absorben el impacto las bailarinas que están tan de moda en los últimos años y las sandalias que son totalmente planas.
En consecuencia, andar descalzo tampoco es muy saludable si lo hacemos por superficas duras. Todo lo contrario si lo hacemos por superficies irregulares o blandas, como arena, grava, césped, etc.
Francisco Javier García Carmona, presidente de la Asociación Española de Cirugía Podológica y profesor en la Universidad Complutense de Madrid:
“Están indicadas para ir a la piscina, a la playa o para ducharse en sitios públicos, previniendo infecciones, pero no están hechas para caminar de forma prolongada.”
En conclusión, hay que llevar distintos tipos de zapatos para ir cambiando también los puntos de apoyo y no emplear siempre los mismos.
Llevar tacones causa cada vez más accidentes
Desde 2002 hasta 2014, los accidentes se han duplicado, pasando de 7.097 lesiones a 14.140 lesiones por año. No son accidentes con maquinaria pesada, sino por llevar tacones altos en Estados Unidos. Los datos han sido recogidos por el Sistema de Vigilancia de Lesiones de la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor de Estados Unidos, y la investigación ha sido realizada por la Universidad de Alabama, en Birmingham.
No deberían sorprendernos esas cifras tan elevadas si tenemos en cuenta los accidentes que causan las escaleras. Sin embargo, si bien ambas actividades son igualmente cotidianas, llevar tacones es exclusivamente un acto de orientado a la exhibición de belleza. 123,355 de estos casos fueron tratados en las salas de emergencias del país norteamericano entre 2002 y 2012. De la cifra total, 19,000 son solamente del año 2011. Los más comunes fueron de pacientes entre los 20 y 30 años de edad. Gerald McGwin, quien encabeza el estudio y además es profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la UAB, ha señalado:
“…a pesar que los tacones sean muy elegantes, desde un punto de vista de salud, valdría la pena que quienes los usan estén al tanto de los riesgos y daños potenciales que pueden causar al realizar actividades con ellos.”