viernes, 29 de septiembre de 2017

En la dieta, tan importante como qué comes es cuándo te lo comes

Una reciente investigación confirma que cenar poco antes de irte a la cama puede hacerte ganar peso. Sin embargo, es tu reloj biológico el que marca cuándo es demasiado tarde para comer.
 
 
 
Comer demasiado o tener una dieta rica en grasas y azúcares engorda. A nadie le cabe duda a estas alturas de que el tipo de alimentos que se lleva a la boca afectan a su peso y a su estado de salud en general. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que no basta con seleccionar los productos adecuados, sino que, además, hay que planificar bien los horarios de las comidas para mantener a raya a los michelines.
 
El trabajo, publicado en 'The American Journal of Clinical Nutrition', demuestra que cenar demasiado tarde está asociado a un mayor porcentaje de grasa corporal. Pero también sugiere que estos efectos no dependen de la hora del día, sino que es nuestro reloj biológico el que determina cuándo es demasiado tarde.
 
Sus autores analizaron los hábitos de alimentación y la hora de acostarse de más de un centenar de jóvenes. Asimismo, tuvieron en cuenta el momento a partir del cual comenzaban a segregar melatonina, la hormona del sueño, que determina los ritmos circadianos -en otras palabras: pone en hora el reloj biológico del organismo-.
 
Los resultados mostraron que aquellas personas con mayor porcentaje de grasa corporal tomaban la mayoría de sus calorías poco antes de irse a la cama, cuando los niveles de melatonina están altos. Sin embargo, no encontraron una relación directa entre cenar tarde y ganar peso. En realidad, es el momento en que ingieres los alimentos por la noche, de acuerdo a tu reloj biológico, el que influye en cómo le sentarán a tu cuerpo.
 
Es cierto que el trabajo tiene algunas limitaciones, como que los participantes podrían haber cambiado sus hábitos dietéticos, y hacen falta nuevos estudios para confirmar sus conclusiones. No obstante, según los investigadores, los hallazgos demuestran que cuándo comes es tan importante como qué comes.

martes, 26 de septiembre de 2017

Este nuevo aluminio es tan ligero que incluso flota en el agua

El químico Alexander Boldyrev de la Universidad Estatal de Utah, junto con Iliya Getmanskii, Vitaliy Koval, Rusian Minyaev y Vladimir Minkin de la Universidad Federal del Sur en Rostov-on Don, en Rusia, han modelado, aún desde un ordenador, una reestructura del aluminio que lo tornaría tan ligero que incluso podría flotar en el agua.
 
Los cálculos del equipo confirmaron que esta estructura es una forma nueva, metaestable y ligera de aluminio cristal.

Nuevo material

El nuevo material tiene una densidad de sólo 0,61 gramos por centímetro cúbico, en contraste con la densidad del aluminio convencional de 2,7 gramos por centímetro cúbico. Según explica Boldyrev a propósito de su desarrollo:
Empezaron con una rejilla cristalina conocida, en este caso, un diamante, y sustituyeron cada átomo de carbono con un tetraedro de aluminio. Eso significa que la nueva forma cristalizada flotará en el agua, que tiene una densidad de un gramo por centímetro cúbico. Los vuelos espaciales, la medicina, el cableado y piezas de automoción más ligeras y más eficientes en el consumo de combustible son algunas aplicaciones que vienen a la mente.

martes, 12 de septiembre de 2017

Volvemos a plantearnos nuestra propia evolución

El descubrimiento de huellas humanas de 5,7 millones de años en Creta (Grecia), publicado Proceedings of the Geologists Association por un equipo internacional de investigadores, han convertido los orígenes del linaje humano en un caso más complejo de lo que creíamos.
 
 
Hasta ahora, todo indicaba que nuestros orígenes estaba en África desde el descubrimiento de los fósiles de Australopithecus en África del Sur y del Este hace 60 años.

Orígenes mediterráneos

Hasta ahora se había establecido que los homínidos (primeros miembros del linaje humano) sólo se originaron en África, y permanecieron allí aislados durante varios millones de años antes de dispersarse a Europa y Asia.
 
Este nuevo hallazgo de huellas de casi seis millones de años en el que ha participado, entre otros, la Universidad de Uppsala (Suecia), derriba esta imagen.
 
Las nuevas huellas de Trachilos, en Creta occidental, tienen una forma inconfundiblemente humana. Con alrededor de 5,7 millones de años, son más jóvenes que el homínido fósil más antiguo conocido, Sahelanthropus de Chad, y contemporáneo con Orrorin de Kenia, pero más de un millón de años más viejas que Ardipithecus ramidus con sus pies parecidos a los simios.
 
 
Durante el tiempo en que se hicieron las huellas de Trachilos, período conocido como Mioceno tardío, el Desierto del Sáhara no existía. Tal y como explica Per Ahlberg, de la Universidad de Uppsala, y último autor del estudio:
Este descubrimiento desafía la narrativa establecida de la evolución humana temprana y es probable que genere mucho debate. Si la comunidad de investigación del origen humano aceptará huellas fósiles como evidencia concluyente de la presencia de homininos en el Mioceno de Creta sigue siendo algo por ver.
En aquella época, Creta aún no se había separado de la parte continental griega, así pues no cuesta imaginar cómo los primeros homínidos podrían haber vivido a través de Europa sudoriental, dejando sus huellas en el Mediterráneo.