Desde el principio
de los tiempos el ser humano ha necesitado un cepillo y pasta de dientes para
mantener su boca "sana y fuerte”, que dicen los anuncios de dentífricos.
Bueno, igual no desde hace tanto tiempo porque resulta difícil imaginarse a los
trogloditas lavándose los dientes mientras se tapan con la piel de un bisonte.
Aunque para tu
información, los primeros indicios de higiene dental se remontan al año 3.000
a.C. El cepillo y la pasta vinieron un poco después. Es más, el cepillo más
parecido al que usamos ahora –los de cerdas de nailon- no apareció hasta
finales de los años '30 del siglo pasado. Le llamaron “cepillo milagro”.
Desde entonces ha llovido mucho y hemos llegado hasta los cepillos eléctricos,
que para muchos es lo más revolucionario en el mundo de la higiene bucal.
Sin embargo, desde
ese hombre de las cavernas la especie ha evolucionado lo suyo y ahora también
lo de la higiene dental: acaba de llegar un invento desde Japón y que nos evita
incluso tener que usar pasta dentífrica.
El diseñador nipón
Kosho Ueshima ha presentado recientemente en la Design Week de Milán su
proyecto Misoka,
un cepillo que solo necesita agua para limpiar tu linda dentadura.
Aparentemente
Misoka es un cepillo al uso, con sus cerditas de nailon y toda la pesca. El
secreto está detrás de ellas y en la compañía especialista en nanotecnología
Yumeshokunin Co. LTD.
La cerdas son de una
milmillonésima de metro de longitud y están cubiertas de nanopartículas de
iones minerales que se liberan cuando agitamos el cepillo dentro de un vaso de
agua. Entre las bondades de este cepillo está que tendremos una higiene bucal
más profunda al tiempo que damos una dosis extra de protección a nuestro
esmalte dental, que es la capa que protege nuestros dientes de agresiones
externas.
Según su creador el
Misoka, además de ayudar a mantener limpios y sanos nuestros dientes, es ideal
si queremos eliminar las manchas que los cubren, como las que salen al tomar
café o fumar.
Para serte sinceros
este cepillo ya tiene una larga trayectoria en Japón, donde ha vendido más de
dos millones de unidades. Se comercializa desde 2007, pero ahora su creador
quiere traspasar fronteras y la idea es que los europeos y resto de
occidentales lavemos nuestros dientes con su iónico invento.
La única pega, por
poner alguna, es que hay que cambiar de cepillo cada 30 días porque la
nanotecnología del cabezal pierde su efectividad. Al parecer, “misoka”
significa en japonés 'último día del mes', así que con el nombre no se han
quebrado mucho la cabeza.
Además, el cuerpo está hecho con plástico,
así que entre que hay que tirarlo en un mes y lo poco ecológico que parece, lo
único que te ahorras es en pasta de dientes.
Por el momento no hay un
precio para Europa.